Hogares sostenibles
Desde luego, el consumo sostenible, entendido como tal el que tiene como objetivo asegurar que se satisfacen las necesidades básicas de la comunidad global en su conjunto, se reducen los excesos y se evita el daño ambiental, debe convertirse en un elemento integral del desarrollo sostenible.
Pero, exactamente, ¿qué significa la sostenibilidad para Nosotros como individuos? ¿Qué podemos hacer para ser más responsables? ¿Necesitamos hacer lo mismo todos nosotros? ¿Qué debemos hacer primero, conservar nuestro entorno o eliminar la pobreza? ¿Qué es primero, nuestra salud o la de la Tierra?
El modelo de consumo sostenible se encuentra en continuo estado de evolución y las respuestas rara vez son blanco o negro. Sin embargo, existe un cierto número de elementos básicos con los que realizar una aproximación de conjunto. A continuación, exponemos algunos de los retos a los que nos enfrentamos.
Si continuamos con nuestros patrones actuales de consumo, el futuro puede que no sea muy prometedor. Estimaciones actuales muestran que nuestro planeta, como resultado de la sobreexplotación del suelo y la deforestación, pierde cada año una superficie de tierra fértil más o menos del tamaño de Irlanda.
Cuanto más dañamos nuestro entorno, mayor es el riesgo al que nos exponemos tanto nosotros como las futuras generaciones. La salud del planeta es nuestra salud. Cada día se extinguen 50 especies de plantas. ¿A cuánto equivale esto por semana, por mes, o por año? Los científicos creen que las plantas son la clave para encontrar la cura de un gran número de enfermedades. De tal manera que cada especie que se pierde no sólo representa un daño irreparable para el ecosistema, sino que también es una oportunidad perdida para nuestro futuro desarrollo.
Los datos del Fondo Mundial para la Vida Silvestre muestran que un ciudadano medio en el mundo requiere 2,3 hectáreas para producir lo que consume cada año y depositar los residuos que genera. Eso supone un 40% más de lo que es sostenible ¿Todos somos igualmente responsables? Evidentemente, no. Si eres europeo necesitas el doble de la superficie mencionada; si eres estadounidense 25 veces más. Y si eres de Bangladesh, tan solo una tercera parte. Lo que nos indica claramente que la distribución del consumo está seriamente desequilibrada.
El 20% de las gentes más ricas del mundo consumen casi el 75% de los recursos naturales del planeta. Unos datos para la reflexión: los Estados Unidos de América poseen el 6% de la población del planeta, pero consumen, sorprendentemente, el 30% de sus recursos.
La fortuna de los 225 individuos más adinerados del mundo es igual al ingreso anual del 47% de la población mundial más pobre, o sea, 2.500 millones de personas. Y al citar distribución, se piensa que el planeta no produce lo suficiente para alimentar a su población. Gran error. La distribución desigual de los alimentos es la principal razón por la que 800 millones de personas están desnutridas en el mundo actualmente.
En contraste, un informe británico publicado en el año 2000 reveló que, aproximadamente, 400 millones de libras esterlinas (unos 571 millones de dólares) de alimentos terminaban cada año en los vertederos o incineradoras. Igualmente, un estudio reciente del gobierno de Estados Unidos reveló que más de la cuarta parte de todos los alimentos que se producen en el país no se consumen. Los hechos ponen de manifiesto que el consumo sostenible no es únicamente un tema ambiental, sino que es algo que promueve un nivel de vida digno para todos los seres humanos.
Pero, exactamente, ¿qué significa la sostenibilidad para Nosotros como individuos? ¿Qué podemos hacer para ser más responsables? ¿Necesitamos hacer lo mismo todos nosotros? ¿Qué debemos hacer primero, conservar nuestro entorno o eliminar la pobreza? ¿Qué es primero, nuestra salud o la de la Tierra?

Si continuamos con nuestros patrones actuales de consumo, el futuro puede que no sea muy prometedor. Estimaciones actuales muestran que nuestro planeta, como resultado de la sobreexplotación del suelo y la deforestación, pierde cada año una superficie de tierra fértil más o menos del tamaño de Irlanda.
Cuanto más dañamos nuestro entorno, mayor es el riesgo al que nos exponemos tanto nosotros como las futuras generaciones. La salud del planeta es nuestra salud. Cada día se extinguen 50 especies de plantas. ¿A cuánto equivale esto por semana, por mes, o por año? Los científicos creen que las plantas son la clave para encontrar la cura de un gran número de enfermedades. De tal manera que cada especie que se pierde no sólo representa un daño irreparable para el ecosistema, sino que también es una oportunidad perdida para nuestro futuro desarrollo.
Los datos del Fondo Mundial para la Vida Silvestre muestran que un ciudadano medio en el mundo requiere 2,3 hectáreas para producir lo que consume cada año y depositar los residuos que genera. Eso supone un 40% más de lo que es sostenible ¿Todos somos igualmente responsables? Evidentemente, no. Si eres europeo necesitas el doble de la superficie mencionada; si eres estadounidense 25 veces más. Y si eres de Bangladesh, tan solo una tercera parte. Lo que nos indica claramente que la distribución del consumo está seriamente desequilibrada.
El 20% de las gentes más ricas del mundo consumen casi el 75% de los recursos naturales del planeta. Unos datos para la reflexión: los Estados Unidos de América poseen el 6% de la población del planeta, pero consumen, sorprendentemente, el 30% de sus recursos.
La fortuna de los 225 individuos más adinerados del mundo es igual al ingreso anual del 47% de la población mundial más pobre, o sea, 2.500 millones de personas. Y al citar distribución, se piensa que el planeta no produce lo suficiente para alimentar a su población. Gran error. La distribución desigual de los alimentos es la principal razón por la que 800 millones de personas están desnutridas en el mundo actualmente.
En contraste, un informe británico publicado en el año 2000 reveló que, aproximadamente, 400 millones de libras esterlinas (unos 571 millones de dólares) de alimentos terminaban cada año en los vertederos o incineradoras. Igualmente, un estudio reciente del gobierno de Estados Unidos reveló que más de la cuarta parte de todos los alimentos que se producen en el país no se consumen. Los hechos ponen de manifiesto que el consumo sostenible no es únicamente un tema ambiental, sino que es algo que promueve un nivel de vida digno para todos los seres humanos.
¿En qué radica el consumo sostenible? El consumo sosteible radica en optar, en elegir a la hora de comprar, de realizar transacciones económicas por bienes y servicios, primero por no hacerlo. Por racionalizar nuestro consumo. Por hacernos las siguientes preguntas: ¿Necesito lo que voy a comprar? ¿Quiero satisfacer un deseo? ¿Estoy eligiendo libremente o es una compra compulsiva? ¿Cuántos tengo ya? ¿Cuánto lo voy a usar? ¿Cuánto me va a durar? ¿Podría pedirlo prestado a un amigo o a un familiar? ¿Puedo pasar sin él? ¿Voy a poder mantenerlo/limpiarlo/repararlo yo mismo? ¿Tengo ganas de hacerlo?
Y en segundo lugar, entender que, como consumidores, tenemos la capacidad de elegir, de buscar la información necesaria para poder discriminar unos productos de otros que no den respuesta a preguntas como estas: ¿He buscado información para conseguir mejor calidad y menor precio? ¿Cómo me voy a deshacer de él una vez que haya terminado de usarlo? ¿Está hecho con materiales reciclables? ¿Las materias primas que se usaron son renovables? ¿Te has informado de quién y cómo se ha realizado el producto? En definitiva, elegir teniendo en cuenta las características de los productos y servicios que elegimos, y en el comportamiento global de las empresas que los ofrecen. Tenemos a nuestro alcance la posibilidad de premiar a los mejores y rechazar a los peores, exigiendo el cumplimiento de determinadas garantías sociales, laborales y medio ambientales, seleccionando los productos y servicios no sólo en base a su calidad y precio, sino también por su impacto ambiental y social, y por la conducta de las empresas que los elaboran.
Pero además, debemos de tener en cuenta que en gran medida estamos consumiendo recursos naturales desde que nos levantamos, e incluso cuando estamos durmiendo. Son los consumos producidos por nuestro estilo de vida, y que no tienen que ver necesariamente con transacciones económicas. Al encender la luz y dejarla encendida, electrodomésticos en stand by , el modo de utilizar el agua, la manera de ir al trabajo o al centro educativo, el modelo de gestión de los residuos… Actividades que realizamos diariamente y que hacen que nuestro hogar se convierta en un espacio de consumo de recursos naturales. Nosotros, introduciendo pequeñas pautas en nuestros hábitos diarios, podemos hacer que nuestro hogar sea más sostenible. A continuación te damos algunas claves.
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